Hoy, sentado aquí,
al borde de mi ventana,
en la orilla de mí mi mismo;
descubrí un hombre sufriendo,
alguien necesitado de escribir.
Pude mirarme solo,
mirando los años que han pasado,
casi dormido, casi muerto;
muriendo al paso de la soledad,
observando sin tener a quien mirar.
Decirte que moría,
es una confesión que me lastima;
nunca pensé que lo diría,
pero decirlo,
es pedirle al dolor su lejanía.
Que no entiendes por qué.
Que no sabes lo que pasa.
El sentido de estas palabras
está en el origen de ellas mismas.
Te encontré y nos miramos,
rompiendo el ritmo cotidiano.
Tu estabas entre la gente,
como una de estas palabras,
que ofrece un nuevo significado.
Quiero decirte que hoy,
sentado aquí, al borde de mi mismo,
en la orilla de mi ventana,
miré mi alma que no muere,
descubrí unos ojos que sonrién;
y al mirarlos, quise decirlo todo:
decirte que hoy aquí,
descubrí que no estoy solo,
que eres tu quien me acompaña.
25.02.1994
Sólo un ser humano que busca y se pregunta; quien a veces se encuentra y en ocasiones se responde.
jueves, 10 de diciembre de 2009
martes, 1 de diciembre de 2009
El Reposo Del Fuego
(Don de Heráclito)
Pero el agua recorre los cristales musgosamente: ignora que se altera,lejos del sueño, todo lo existente.
Y el reposo del fuego es tomar forma con su pleno poder de transformarse, fuego del aire y soledad del fuego, al incendiar el aire que es de fuego. Fuego es el mundo que se extingue y prende para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen y las que están más próximas se alejan:
Soy y no soy aquel que te ha esperado en el parque desierto una mañana junto al río irrepetible en donde entraba (y no lo hará jamás, nunca dos veces) la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma, como un arco de sal, ardió en el aire.
No estabas, no estarás pero el oleaje de una espuma remota confluía sobre mis actos y entre mis palabras (únicas, nunca ajenas, nunca mías): El mar que es agua pura ante los peces jamás ha de saciar la sed humana.
José Emilio Pacheco
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